Buscar este blog

lunes, 23 de mayo de 2011

¿a qué huele la tristeza?



Quiero rendir tributo a un tipo que vive contigo, que te acompaña cada día a tomar ese aromático café, no importa si es en la intimidad de tu casa o en la cafetería de la esquina; él siempre te acompaña, y eso te gusta. Te enseña a sentir de verdad lo que es el mar, y te hace gozar de la tierra tocada por la lluvia. Es un caprichoso gourmet. Tú disfrutas de este singular personaje, pero yo ya no. Es alguien que no ves a simple vista, que te invita, de vez en cuando, a rebuscar en el baúl de los recuerdos. Este infatigable centinela, lo mismo te brinda el placer, aunque a veces también te sume en lo nauseabundo. ¡Cómo es él!. Te reconforta, te hace la vida más intensa; te hace la vida más vida.

¿Pero qué cojones le he hecho yo a este tío?. Me abandonó sin apenas darme cuenta, desde un enérgico ejercicio de insurreción para conmigo.
Cada nuevo amanecer, con la fría serenata del despertador, se distanciaba un poco más; hasta que un turbio día se esfumó sin avisar, como se esfumaron mis esperanzas de recuperarle, tras largos años infructuosos esperando su regreso. Con su partida hacia no sé donde, saltaron muchos de mis recuerdos por la ventana (él siempre te hace recordar cosas), a la vez que un raro vacío accedía por la puertas de mi pituitaria, con ánimo de quedarse para siempre. Cuando quise percatarme, mutiló sin miramientos las algarabías odoríficas de mi prominente nariz.

Olfato, divino y denostado sentido:
Los colores invisibles e impregnados de aromas de mi juventud, salieron en estampida ante un amargo toque de queda, en un viaje sin retorno hacia un mundo exento de sensaciones, en forma de fragancias que vuelan, ya para mi, en la nave del olvido. Pero me acostumbré a vivir en su ausencia, no sin antes darme una vuelta por los reinos de la tristeza, mal sitio para visitar, por cierto.
Me tocó sufrir esta leve, pero molesta discapacidad, y lo asumo con resignación, como hay que asumir los agravios de los cuales la vida a veces nos obsequia, en forma de regalos envenenados, cartas desesperadas y hachazos al bienestar.

Anosmia: cuando el olfato enmudece:

No hay comentarios:

Publicar un comentario